Esta pasada semana he tenido la oportunidad, como cada año, de acudir a las jornadas que organiza el CERCLE D’ECONOMIA con temáticas siempre muy interesantes. Es una oportunidad de que interactúen empresarios y políticos. Este año, la situación geopolítica de Europa y el rol que debe jugar, ha sido el eje central de las jornadas.
Lo que me resultó también muy interesante, además de los temas centrales sobre la transición energética y los impactos de la guerra de Ucrania en la economía de los países y empresas europeas, fue una clara alineación de todos los ponentes y participantes, poniendo el énfasis en tres conceptos fundamentales para conseguir el éxito en esta situación tan cambiante y más imprevisible día a día:
- Apostar por el talento de manera ineludible
- Orientación ferviente y decidida por la innovación
- Demostrar ambición de querer conseguir y querer ser
Son tres conceptos que van íntimamente ligados al factor que siempre he considerado fundamental y diferencial en las empresas y en las sociedades: las personas. Y en este sentido me gustaría aportar algunas ideas.
El concepto de talento ha evolucionado en los últimos tiempos al igual que lo han hecho los sistemas de gestión de este talento y los motivadores para que quiera permanecer en un determinado proyecto. El talento ya no se mueve por aspectos puramente económicos o de carrera, como en tiempos recientes, si no que lo hace por identificación con los valores, por los retos que se le ponen delante, por la aportación de valor personal que reciben en forma de aprendizaje constante, por la capacidad de aportar ideas y sentirse parte de la estrategia de la empresa y por la gestión de su libertad dentro de la organización. La información, a todos los niveles, del porqué de las cosas y la capacidad de hacer que todo el mundo se sienta partícipe de un proyecto común son factores que atraen y vinculan talento. Los profesionales ya saben que estamos en un mundo lleno de incertidumbres y no piensan en carreras de largo recorrido sino en que estas se construyan en un día a día que confirme la ilusión por lo que se hace y por lo que se aporta.
La innovación es otra característica absolutamente vinculada las personas. Supone creatividad, pero también exigencia por medir. Obliga a la humildad de intentar para conseguir, sin desfallecer en el intento cuando las cosas no salen bien, y exige tenacidad y valor para emprender y corregir. Para innovar, el talento necesita un territorio donde existan confianza y retos y la seguridad de que los errores son fuente de aprendizaje y no generadores de frustración. Las organizaciones deben afrontar que el talento innovador necesita tiempo y riesgo y que una mala gestión de las personas frena, sin duda, la innovación en las empresas, a pesar de que se invierta mucho en fomentarla. Sin confianza no hay innovación.
El tercer punto, la ambición, es también una clave cultural que debe caracterizar al talento. En tiempos complicados, ante caminos ignotos y por descubrir, en situaciones inciertas y en momentos de alta exigencia, la mediocridad o el conformismo, en empresas y en personas, son incompatibles no solo con el crecimiento sino también con la supervivencia. Hay que ser capaz de pensar en grande, de descartar la palabra imposible del diccionario y de afrontar el futuro con ganas y determinación, seguros de que proponerse alcanzar algo es más de la mitad del camino.
Juanjo Planes. Socio Fundador y Presidente de KONSAC